Hasta un reloj parado consigue estar acertado dos veces al día.


martes, 26 de febrero de 2013

No soy de las personas que piensan que somos dueños de nuestra propia vida, creo que hagamos lo que hagamos, nuestro destino está escrito, cosa que no me gusta nada pensar, y cosa que me da bastante miedo. Pero, en fin, siguiendo con el tema, aunque pienso que mi vida está escrita, también pienso que hay cosas que podemos cambiar. Por ejemplo, la mayoría de personas, cuando están tristes por una razón "x", se ponen música triste (y yo me incluyo), para acabar más triste todavía. Sigo sin entender por qué hacemos esto, pero lo que está claro, es que a nosotros los humanos no nos gusta estar tristes, y en esa situación, somos nosotros los que estamos eligiendo esa opción, estamos siendo dueños de nuestros actos y por lo tanto de la repercusión de estos. No somos dueños de estar tristes, pero sí lo somos, por ejemplo, de estarlo más. ¿Por qué no dar un giro de 360º? ¿Por qué nos cuesta tanto ponernos música alegre en un día malo? No lo sé. A mí también me cuesta bastante, pero, hoy lo he intentado, y os aseguro que los resultados han sido buenos, bastante buenos. ¡¡¡En nuestras manos está ser felices!!! COME ON.



.

No existe la tragedia, sino lo inevitable. Todo tiene su razón de ser: sólo se necesita distinguir lo que es pasajero de lo que es definitivo. ¿Qué es lo pasajero? Lo inevitable. ¿Y qué es lo definitivo? Las lecciones de lo inevitable.
 

¿?

   Últimamente, en clase, damos mucha importancia al problema de Antonio y de algunos más. Este problema es grave para Rafa: no se preguntan nada. Y yo, me pregunto: ¿por qué no se preguntan nada? No lo sé. Cada persona es un mundo, hay gente que no se hace preguntas sobre las cosas que les rodean, y creo que eso te hace más feliz al no buscar el lado problemático de las cosas. El caso está, en que hay que hacerse preguntas, pero, yo tengo otro problema, que no sé si es más o menos grave que el de mis compañeros, y es justamente lo contrario, ¿qué pasa si en vez de no hacernos preguntas, nos hacemos demasiadas? ¿qué pasa si le buscamos problemas y misterios a todo lo que vemos? ¿qué pasa si nunca dejamos de hacernos preguntas? ¿es esto un problema?

miércoles, 13 de febrero de 2013

Preguntas.

No sé lo que sucederá después. No sé dónde voy a estar, lo que voy a aprender... pero lo que sé es esto: la vida, toda la vida, se trata de hacer preguntas. No de saber las respuestas. El querer ver lo que hay en el otro lado de la colina es lo que nos mantiene con vida. Tenemos que seguir haciéndonos preguntas, queriendo entenderlas. Aún cuando sepamos que nunca encontraremos las respuestas... tenemos que seguir haciéndonos LAS preguntas.

domingo, 3 de febrero de 2013

Lo mejor de mí.

   -¿Recuerdas la familia de nutrias que solía jugar cerca de nuestro embarcadero? ¿Cuando yo era niña?- preguntó finalmente. Sin esperar respuesta, prosiguió-: Papá siempre me llamaba cuando aparecían y me llevaba a verlas. Nos sentábamos en la hierba y observábamos cómo chapoteaban y se perseguían las unas a las otras. Recuerdo que pensaba que eran los animales más felices del mundo.
   -Lo siento, pero no entiendo adónde quieres ir a parar con esta...
   -Volví a ver una familia de nutrias -la interrumpió Amanda-. El año pasado. Cuando fuimos de vacaciones a la playa, visitamos el acuario en Pine Knoll Shores. Tenía muchísimas ganas de ver la nueva sala que habían abierto. Probablemente, le hablé a Anette una docena de veces sobre las nutrias que había detrás de nuestra casa, y ella también se moría de ganas de verlas, pero, cuando finalmente estuvimos allí, no fue lo mismo que cuando yo era pequeña. Vimos as nutrias, sí, pero estaban durmiendo en un rincón. Aunque nos pasamos bastantes horas en el acuario, no se movieron en ningún momento. Cuando salimos, Anette me preguntó por qué no estaban jugando. No supe qué contestarle. Pero despues me sentí... triste, porque comprendí por qué no jugaban esas nutrias.
   Hizo una pausa y deslizó el dedo por el borde de la taza de café antes de mirar a su madre a los ojos.
   -No eran felices. Las nutrias sabían que no vivían en un río de verdad. Probablemente no entendían por qué había sucedido tal cosa, pero parecían comprender que estaban en una jaula de la que no podían salir. No era la la clase de vida que habían esperado, ni siquiera la que querían, pero no había nada que pudieran hacer para cambiar las circunstancias. 
   Por primera vez desde que se había sentado a la mesa, su madre no pareció segura sobre qué decir. Amanda apartó la taza de café antes de levantarse de la mesa. Mientras se alejaba, oyó a su madre carraspear y se volvió hacia ella.
   -Supongo que me has contado esa historia por algún motivo, ¿no?- preguntó su madre.
   Ella le dedicó una sonrisa cansada.
   -Sí- contestó con una voz suave-. Así es.

   Como habréis comprendido, este texto es de un libro. Cuando lo he leído, he comprendido perfectamente lo que quería expresar esta persona, quizá será porque lo he vivido. Es una especie de sensación de que el destino no te ha tratado demasiado bien. Es pensar: si el destino no me ha tratado bien hasta ahora, ¿por qué se iba a portar bien en el futuro? Hasta hace poco, no creía en el destino. Es más, no sé si existirá algúna especie de Dios, pero lo que tengo claro es que ahí fuera hay algo, ya sea una energía, un karma, o simplemente el destino, pero sea lo que haya ahí fuera, creo en ello. Y no sé si me gusta creer en ello, porque no me complace pensar que mi destino está escrito y que no puedo hacer nada para cambiarlo. Este texto es la sensación de vivir una falsa vida, de vivir una vida de plástico.